La belleza de la naturaleza se refleja en cada rincón de esta casa costera, donde el mar y las montañas se funden en un paisaje salvaje y hermoso. La integración con el entorno es total, convirtiendo esta vivienda en un refugio estético en medio de la naturaleza.
«Un hogar frente al mar»
Ubicada en un encantador pueblo residencial a las afueras de Ciudad del Cabo, Sudáfrica, esta casa de 380 metros cuadrados se concibió como un balcón abierto al océano. Desde la terraza se puede acceder a la piscina y, cruzando la carretera, directamente a la playa.
Antes de que los propietarios, un arquitecto y una economista, junto con sus dos hijas, se mudaran a este lugar, fue necesario realizar una restauración completa para reparar suelos, techos y paredes. La casa, que anteriormente se alquilaba por habitaciones, era oscura, laberíntica y húmeda.
«Una transformación integral»
Se derribaron paredes para recuperar la amplitud de la estructura original, con techos altos abovedados, característicos de las casas de veraneo señoriales. Esta mansión se encuentra en lo que se conoce como la «milla de los millonarios» desde el siglo pasado, por lo que el respeto por la arquitectura original era fundamental.
El proyecto de remodelación conservó elementos originales como los ventanales enmarcados con plomo, las chimeneas y estufas magníficas, los suelos de madera de arce y los arcos acristalados que coronan las puertas.
Todas las estufas y la chimenea original de la casa fueron preservadas. La planta baja fue remodelada para crear un comedor y una sala de estar más amplios. La mesa larga de roble y las sillas Tonet, junto con muebles antiguos, aportan un toque de elegancia al espacio.
La casa cuenta con dos niveles, en el primero se encuentran el comedor, la sala de estar, la cocina, un mirador y un jardín elevado, así como el estudio donde el propietario pinta cuadros marinos. En el segundo piso, tres habitaciones con vistas al mar y dos baños completos.
En la sala de estar, se conservaron los marcos de las ventanas, los arcos de las puertas y las bóvedas del techo. Los detalles de hierro forjado y cristal dan un toque de elegancia al espacio, que se complementa con un sofá blanco impecable y almohadones acogedores.
«Minimalismo confortable»
El diálogo con el paisaje se refleja en la arquitectura minimalista de la casa, con muros blancos y espacios abiertos que invitan a la calma. Detalles cálidos como cojines en un diván, una estufa y la presencia de perros dan un toque de confort a la estética minimalista.
El horizonte marítimo se convierte en el escenario perfecto para disfrutar de momentos familiares y de relax. Esta casa, que combina lo mejor de la arquitectura colonial con detalles contemporáneos, es un auténtico hogar frente al mar.